Manuel De J. Jiménez (MdJJ) busca el corazón de la escritura sabiendo que no basta con encontrar a los padres, a veces hay que buscar a los abuelos y a los bisabuelos para poder explicarnos por qué hacemos lo que hacemos. MdJJ se atreve a retornar a Darío, a leerlo desde una perspectiva que no le echa en cara su espíritu europeo sino que, como en toda reconciliación, vuelve a él para reconocer lo mejor de sí: su capacidad para delinear un mundo a la medida de sus sueños. Quizá ha visto en Darío, “el pobre pintor de la Naturaleza y de Psyquis, hacedor de ritmos y de castillos aéreos” el camino que debía seguir para encontrarse con la escritura. Buscar la palabra es buscar al mundo.
Para enfrentar al mundo y adentrarse en él ir armados con la razón no nos ayudará demasiado, quizá es mejor observarlo desde la palma de nuestros sueños, desde el espejo cóncavo de nuestros recuerdos y desde los candados que unen la telaraña sobre la que vivimos. Perdería el mano a mano quien se enfrente al mundo armado de regla y procesador. En cambio en la psique, allí donde él nace y se metamorfosea podemos capturarlo. Allí, el mundo es nuestro.
La palabra que se teje en estas páginas se expande bajo el plano de una geometría que respira, la geometría final que es final porque está viva y es capaz de liberarse de sus absurdas medidas. Enunciación chamánica que sabe que repitiendo un mismo número puede entrar en el terreno de las lógicas secretas.
Pese a lo que una lectura apresurada pueda definir como un juego de lenguaje, la Interpretación Celeste viaja mucho más allá. La obra de MdJJ, el mismo que ha puesto fin al Estado, rescata el valor del individuo, esas mentes que son el “único ecosistema vivo”. Su palabra se lee como rebeldía contra cualquier opresión: la de la historia, la de la verdad total. Por eso este viaje se mueve bajo la bandera de una nueva teoría del conocimiento. Viaje que sueña sin cuestionarse sobre el significado de aquello en que se adentra. Viaje al que el sueño le basta por sí mismo. Razón suficiente, libertad y solvencia necesaria para atreverse luego a poner el pensamiento de Dios bajo la mirilla del microscopio.
Entre estas hojas uno asiste a la aparición casi mística del continente americano o de una superficie que ni siquiera tiene por qué llamarse América o África, tierra o agua. Una historia que se pierde en el rizoma que sembrado en la psiquis construye la frondosa ceiba de este mundo. Aquel proyecto nunca emprendido por Lezama de escribir la historia universal del color naranja, color en que se resumiría el mundo entero; es tan similar a esta historia universal contada a través de los sueños de MdJJ.
Agradezco jugar con el niño que aprende a dominar la pelota, haberme tropezado con el cocodrilo, tener el honor de conocer a don Eusebio Jiménez y al Ángel hermano. Termino de leer con el cuerpo oloroso a Trópico de Cáncer, llamando al sueño para que también venga a cubrir mi vida.
Foto: Alejandro García |
Texto leído durante la presentación de Interpretación Celeste publicado en junio de 2013 por Catafixia Editorial.
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