Este post es una pausa dentro del
trajeteo en que ando metido: cuatro proyectos de escritura diferentes que
debían terminarse en una semana. Así que cuando ya casi me pongo al día, darle
escape a la mente era justo y necesario. Entonces, apareció LIMBO.
[No esperen acá los
comentarios de un gamer, apenas soy un tipo que cuando puede, juega]
LIMBO es una anomalía. Desde
antes de empezar a correr se sabe que algo anda raro, es un juego hecho para
Xbox que funciona tranquilamente en una computadora de bajos recursos. Luego,
el primer pantallazo, y lo que tenemos es un juego en 2D que dejó a un lado los
colores. Una estética en escala de grises que se trenza con la falta de música.
Sólo hay silencio, algunas veces el ruido del viento y el de los objetos que
van cayendo. Un videojuego de suspenso que en el rato en que estás más metido
intentando hacer avanzar al niño, te levanta de la silla con un estruendo o un
piquetazo de araña.
La historia no existe como
tal. No hay una introducción, no hay un límite claro entre capítulos y un texto
que te explique qué diablos está haciendo ese niño perdido en un mundo oscuro
donde otros niños arman complicadas máquinas para descabecharselo. Seguís
jugando, pasando plataformas. Ingeniándotelas para solucionar tus problemas con
cajas, troncos, lianas y cadáveres.
Imagina un Mario Bross en los
ojos de Edgar Allan Poe. Un niño de ojos blancos poderosos.
Tengo atracción por los
videojuegos que no quieren verse reales. En LIMBO también está la maravilla de
no tener que andar soportando un soundtrack que tarde o temprano te sacará de
quicio. Por un momento tuve una epifanía, y para hacer el juego más dramático, le
di play al disco de Fantomas, el Delirium Cordia. Una de las obras más densas
de Mike Patton y compañía.
No he avanzado mucho pues
tampoco tuve el día para pasarlo jugando. Estas son las primeras impresiones,
luego veremos en que termina la cosa. Mucho gusto Señor Limbo Videojuego.
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